Desde Endesa Basket Lover queremos vuestros recuerdos. Que forméis parte de la historia también. Momentos que marcaron vuestras y nuestras vidas, imágenes que sirvieron para inmortalizarlas. Y eso es lo que queremos, enmarcar todos esos retratos, que forman parte un poquito de nuestras vidas. Cada semana os mostraremos una instantánea para que nos cuentes dónde y cómo lo viviste. Seguro que sirvieron para enamorarte aún más de este deporte. Cuáles eran tus expectativas a partir de ese momento, qué supuso para ti aquel día, cómo lo recuerdas. Siempre hay historias alrededor de estos retratos, algunas incluso que ayudan a acrecentar su épica. Siéntete partícipe y háblanos de tu experiencia. Endesa Basket Lover servirá como tablón y escaparate. Estamos deseando escucharte.
RETRATO Nº 107 “BOLOS DE POST TEMPORADA”
Torneo San Isidro: Selección Comunidad de Madrid 106-117 Cibona Zagreb (16.05.86)
Era la oportunidad de verlos en directo, más allá del pabellón de la Ciudad Deportiva del Real Madrid o del Palau Blaugrana. Ídolos vistos un par de veces al año y solo por televisión, de repente, aparecen por nuestra región a jugar un amistoso en el torneo “Memorial…” o el “Centenario …” o el … lo que fuera. El misticismo que arrastraban era grande. Todo envuelto en un palpable deseo de hacer llegar el baloncesto de élite a cualquier rincón de la geografía hispana.
La fotografía pertenece al madrileño Torneo de San Isidro 1986, cuyas festividades tocaba aderezarlas con baloncesto. Porque sí, porque se demandaba, porque nuestro deporte estaba en ebullición y a pocos días, se disputaría el Mundial en nuestro país. Uno de aquellos ídolos, Danko Cvjeticanin, entrando a canasta ante la mirada de Biriukov en el pabellón Antonio Magariños, es el motivo perfecto para hablar de aquel mundillo de “bolos de post temporada”. Danko fue un tirador letal de tres puntos, cuando el uso de la línea no era tan prolífico. Y en aquella primavera de 1986 aún sin saber que años después, sería el ídolo de aquella afición, bautizado como “el Yeti” cuando fichó por Estudiantes, paseaba el nombre de la Cibona de Zagreb por la calle Serrano. Como él, tantos y tantos.
A mediados de los 80, en España se certificaba la salida de la crisis económica que acechó a inicios de la década como una pesada carga social. Y el baloncesto era algo de moda, que tocaba exprimir. Ante tal ‘boom’, los interesados ven que el calendario tiene fechas libres, que la liga no era tan agotadora como la actual (28 jornadas más Playoff más reducidos), que jugar en Europa era algo más liviano y la inventiva daba para acoplar encuentros entre medias y sacar unos durillos extra. Tal combo lograba que por nuestros lares, se inauguraran múltiples pabellones deportivos con ayudas de las diputaciones provinciales. España se puebla de recintos techado para gloria y pecho henchido de concejalías, prometiendo una generación de niños que tendrían facilidades para ejercitarse deportivamente, salpimentados con cursos de monitores para enseñarles (y bien que se vio 20 años después). Y en tales inauguraciones, el sacrosanto día de la foto, los equipos ACB viajaban a tierras extremeñas, andaluces, gallegas, castellanas, valencianas… poblaciones allá donde no había facilidad para ver este tipo de baloncesto.
Si no había clubes disponibles, se daba carta libre a las selecciones de comunidades autónomas. Y los rivales eran una joya a precio de ganga. Los países del ‘Telón de Acero’ daba muchos quebraderos de cabeza para negociar, pero una bendición cuando se les trasladaba a las pistas, aunando esfuerzos para que una parada en tan particular ‘tournè’, fuese en tu pueblo. Que en Magariños desfilase el campeón de Europa con toda la tropa, Drazen Petrovic incluido, hoy día suena impensable. Como lo era que, en Castellón se enfundase la camiseta del Taugres Baskonia, por ser la tierra del sponsor. Que la URSS o Yugoslavia, selecciones siderales entonces, dejaran los ojos como platos a los aficionados toledanos durante las festividades del Corpus Christi, como ciertas universidades y combinados estadounidenses, auspiciados bajo el sponsor de productos que el aficionado consumía mientras se deleitaban con sus canastas (sean refrescos, tabaco o alcohol. Que eran los 80), buscaban sus agentes colocarles en Europa, o algún consagrado NBA, con toda su magia. Nombres ilustres que intentaban ponerse en forma para regresar a la gran liga, tras una prolongada sesión. Y así eran aquellas primaveras.
Hoy, con la densidad que han adquirido nuestros calendarios, es imposible la mera insinuación. Por ello, lo inimaginable que es para el aficionado de hoy día, que las mayores estrellas del firmamento europeo (equivalentes a los Nikola Jokic, Luka Doncic o Rudy Gobert de hoy), se paseasen una tarde por las instalaciones de la capital de tu provincia, era motivo de conmoción en el lugar y de mil ruegos a los padres para que te llevasen a presenciar aquel manjar, raramente televisado.
A todos aquellos pioneros que gestionaban en la sombra tales acontecimientos, nuestro agradecimiento. ¿Treinta y cinco años después? ¡Y qué más da! Agradecer siempre es bueno, sobre todo cuando es merecido. Porque nuestros recuerdos infantiles de esas rutas son… pues contádnoslas. ¡AHORA TE TOCA A TI!