La 29ª edición de los premios Gigantes del Basket engalanaron la semana
Me alegro profundamente que la mayor ovación de la noche se la llevasen Mónica y Silvia. Dos chicas ajenas a las luces del baloncesto…pero con el baloncesto dentro. Las hijas del gran Quino Salvo, cuando subieron al estrado y recibieron de manos de Francisco Javier Zapata el premio “In memorian”, provocaron -de lejos-, los aplausos más atronadores y prolongados de esta 29ª edición de los Premios Gigantes del basket. Tan emocionadas como satisfechas, encarnarán para siempre una figura ya eterna.
Y es que, de eso trata esta ceremonia. De reconocer a los verdaderos gigantes de nuestro baloncesto, de agigantar sus leyendas. 29 ediciones ya. Gigantes del Basket nombró su “Gigante de leyenda” y nos dio a todos una enorme alegría cuando en 1993 pudo traer, entre grandes conflictos y problemas de salud, al gran Mirza Delibasic. Y poder disfrutar de su presencia, su compañía. Así de grandes son estos premios. Por ello, saber que sus galardonados formarán parte del olimpo de una revista que ya está en el olimpo de nuestro baloncesto, es una satisfacción para el aficionado y un maravilloso reconocimiento a sus protagonistas.
Quique Peinado y María Victoria Albertos presentaron una gala en la que “¡oh, sorpresa!” como dijeron al presentarle, Sergio Llull fue nominado como “Gigante nacional” y el pequeño speech del moderador haciéndonos ver que nadie -quizás, solamente en propio Sergio-, auguraban en su etapa como junior, que se convertiría en un icono de nuestra historia. Ser uno de los elegidos.
El reconocimiento a Gustavo Ayón por todo lo que aportó la pasada temporada, nombrado “Gigante extranjero”, al equipo revelación (¡qué buen ojo tuvieron, señores) encontrado en la Selección de silla de ruedas. Y las mujeres que todo lo iluminaron. De plata exactamente. Nuestra Selección Femenina absoluta de baloncesto, que consiguieron el hito olímpico en forma de medalla de plata, hito que creo que aún no somos conscientes de lo que representa. Sin poder contar con versiones “extraterrestres” a lo hermanos Gasol, con un físico semejante y a veces inferior al de sus rivales, nos enamora su talento, su jugar tan, tan bien, ser superioras porque este deporte encierra artes maravillosos que hay que saber aplicar. Y lo hacen. Su premio “Gigantes Universo mujer” pudiera rebautizarse como universo “global”. Tan grandes llegan a ser.
Y los que vienen detrás, Marc Garcìa y Laura Quevedo. Y esa petición, voz de muchos, altavoz en Alfred Julbe en este caso, del desamparo generalizado que sufre el chaval de 19 años, algo que el histórico entrenador encara en su día a día. Y el ruego de Melilla Baloncesto. Y justo es reconocer la figura de Nacho Solozábal como un grande de leyenda. Y por supuesto, que Endesa siga iluminando el baloncesto español por mucho tiempo. Su sala de actos en los que acoge todas estas ceremonias, es ya algo así como el aula magna de nuestro deporte. Y en ella en esta ocasión, ¿saben por qué en un futuro rescataremos esta edición? Porque en ella estuvo Luka Doncic, una especie de milagro que cada varias generaciones regala nuestro deporte.
Los premios Gigantes son el escaparate de, como muchos de los premiados reiteraban, una publicación con la que hemos ido creciendo y que sigue en auge. Conforme a los tiempos, renovándose, pero con un sello propio, extenso, reconocible. Un lujo al alcance de todos hoy día y una historia -su hemeroteca- que hace brotar lágrimas de nostalgia. Trovadores de nuestra historia, que sigan otras 29 ediciones de reconocimientos.